Señor del cielo, padre de la escritura y protector del conocimiento
En el universo mítico de los mayas, Itzamná ocupa un lugar central como dios creador, padre del conocimiento, la medicina y la escritura. Es una de las deidades más complejas y poderosas del panteón maya, una figura que representa el equilibrio entre el cielo, el sol y la sabiduría ancestral.
Este artículo explora quién fue Itzamná, qué papel jugó en la cosmovisión maya, cómo era representado, con qué otros dioses se relacionaba y por qué sigue siendo relevante hasta el día de hoy.

¿Quién fue Itzamná en la mitología maya?
Itzamná es considerado el dios creador en la tradición maya, una figura primigenia que dio forma al cielo y la tierra. En muchos mitos, aparece como el hijo del dios Hunab Kú, el principio supremo y eterno, aunque en otras versiones él mismo es el creador absoluto.
Su nombre puede traducirse como “Casa del lagarto” o “el que tiene la sabiduría del reptil”, haciendo referencia a su relación con los cielos y el agua, dos elementos esenciales en la cosmovisión maya.

Itzamná era:
- El inventor de la escritura jeroglífica
- El protector de los códices
- El guardián del calendario
- El dios del cielo diurno
- Y el médico divino de los pueblos
Atributos y símbolos de Itzamná
En los códices mayas, Itzamná aparece como un anciano sabio con una nariz prominente, ojos grandes y una expresión apacible. A veces se le representa con una barba, lo cual es notable dado que los mayas no solían tener vello facial.
🔸 Sus principales atributos son:
- El glifo del sol: vinculado a su papel como dios diurno.
- El fuego: como símbolo de sabiduría y transformación.
- El códice abierto: representando la escritura y el conocimiento.
- La serpiente bicéfala: como símbolo de conexión entre mundos.
También se le relaciona con el ave celestial Itzam Yeh, una criatura mitológica que representa el cielo y la autoridad divina.
Itzamná y su vínculo con Ixchel
Una de las relaciones más significativas de Itzamná es con Ixchel, diosa de la luna, la fertilidad, la medicina y el agua. Juntos, representan la dualidad masculina-femenina en la creación.

Mientras Itzamná es el dios del sol, la razón y la escritura, Ixchel encarna la luna, la intuición y la fertilidad. Su unión simboliza el equilibrio cósmico y la complementariedad que los mayas veían en el universo.
El rol de Itzamná en la creación del mundo
Según el Chilam Balam, un conjunto de textos mayas-coloniales, Itzamná creó el cielo, la tierra y los cuatro bacabes (dioses que sostenían los puntos cardinales).
También inventó la escritura maya y enseñó a los humanos el uso de plantas medicinales, rituales y el calendario. Es decir, fue el transmisor de toda la sabiduría cultural.
En algunos mitos aparece como Ahau Itzamná, un título que resalta su carácter de soberano solar.

Explora cómo se organizaba el tiempo en la cultura maya.
Itzamná y la escritura sagrada
Uno de los legados más importantes de Itzamná es la invención de la escritura jeroglífica maya. Gracias a él, según la tradición, los mayas pudieron:
- Registrar su historia en estelas y códices
- Escribir calendarios precisos
- Transmitir sabiduría entre generaciones
Los códices de Dresde, Madrid y París contienen referencias a este dios como protector del conocimiento escrito. En ellos aparece dando consejos, instruyendo a los sacerdotes o bendiciendo ceremonias.
Representaciones en el arte maya
Itzamná está presente en diversas formas de arte maya, especialmente en:

- Estelas en ciudades como Uxmal, Palenque y Copán
- Murales en códices prehispánicos
- Cerámica ritual, donde aparece como anciano sabio
- Glifos calendáricos, como parte de los dioses creadores del tiempo
Sus múltiples formas —dios solar, médico, sacerdote— demuestran su carácter multifacético. A veces se le confunde con Kinich Ahau, el dios del sol, lo que evidencia su estrecha conexión con este astro.
¿Sigue vivo el legado de Itzamná?
Sí. Aunque los templos ya no le rinden culto formal, el nombre de Itzamná pervive en la cultura maya actual. Lo encontramos en:
- Escuelas comunitarias que llevan su nombre
- Grupos de medicina tradicional que lo consideran protector
- Ceremonias en pueblos como Tixcacalcupul o Yaxunah
- Arte y literatura maya contemporánea
Además, en el movimiento por la revalorización indígena y la lengua maya, su figura se ha retomado como símbolo de identidad, sabiduría y dignidad ancestral.
Conclusión: un dios que no ha sido olvidado
Itzamná no es solo una figura mitológica. Es una fuerza viva en la memoria colectiva del pueblo maya. Su historia nos habla de creación, sabiduría y equilibrio. De un tiempo donde el sol y la escritura eran sagrados, y donde los dioses no estaban en los cielos, sino en el corazón del maíz, del fuego y de la palabra.

Hoy, hablar de Itzamná es recuperar una parte del alma de México, una que sigue latiendo en los códices, en los nombres mayas, en los rezos bajo los ceibas y en las lenguas que se niegan a morir.
Puedes encontrar representaciones de Itzamná en la colección del Museo Nacional de Antropología.
❓ Preguntas frecuentes sobre Itzamná
¿Quién fue Itzamná en la cultura maya?
Itzamná fue uno de los dioses creadores más importantes del panteón maya. Se le consideraba el dios del cielo, la sabiduría, la medicina, la escritura y el calendario. Fue una deidad central en la cosmovisión mesoamericana.
¿Qué representa Itzamná?
Itzamná representa el conocimiento, la creación y la conexión entre el mundo humano y el cosmos. También es visto como el inventor de la escritura jeroglífica y protector de los códices sagrados.

¿Qué relación tiene Itzamná con Ixchel?
Itzamná es considerado el esposo o contraparte masculina de Ixchel, diosa de la luna y la fertilidad. Juntos forman una pareja divina que simboliza la dualidad cósmica entre el sol y la luna, lo masculino y lo femenino.
¿Cómo se representa a Itzamná?
Se le representa como un anciano sabio con rasgos prominentes y a menudo acompañado de símbolos solares, códices, serpientes o aves celestiales. Aparece frecuentemente en códices mayas y arte ritual.
¿Dónde se puede encontrar evidencia de Itzamná?
Su presencia está documentada en códices como el de Dresde, en relieves de sitios arqueológicos como Palenque y Uxmal, y en textos como el Chilam Balam.